IDENTIDAD

Hace 42 años, mi padre, sabiendo que nunca podría tener hijos, tomó la decisión de comprarme. Yo me convertí en un regalo, la expresión del amor que mi padre sentía por mi madre. Llegaría en unos meses, hija de una chica muy jovencita que un día se presentó en el consultorio de la partera María Luisa Zarini de Justo para abortar.

En su discurso, la partera le ofreció casa, comida y dinero hasta que yo naciera y me llevarán con mis padres/apropiadores.

Podría decir que soy adoptada y no apropiada, pero esa no sería yo; que indefectiblemente llamo a las cosas por su nombre.

Aquella jovencita, mi madre biológica, vivió siendo la mucama de la casa hasta mi nacimiento. Mis padres de crianza y apropiadores le pagaron la suma acordada y previo certificado de nacimiento de parto domiciliario a nombre de ellos, me convertí en Luciana Andrea Palmisciano Guevara.

Tuve todo. Goce todo. Siempre con esa sensación de “Sapo de otro pozo” que sentimos todos los adoptados. Esa cosa de no encajar, porque, en algún punto, sos la pieza de otro rompecabezas.

Durante los 30 años siguientes a mi nacimiento, tuve sensaciones, y preguntas a mis padres. ¿Por qué no me parezco a Uds.? ¿A quién me parezco?
Aparentemente había toda una discusión por detrás: Amigos de mis padres y en parte mi padre, sentían que nos tenían que criar como adoptados, sabiendo la realidad. Mi madre, quizás por su propia inseguridad, por humana, como todos, nunca quiso decirnos. Muy a pesar de las recomendaciones externas.

Los tabúes familiares son tan pesados que siempre caen por su propio peso. Al haber nacido en 1976, luego de haberme mudado a EE.UU. me di el espacio para empezar a pensar de que era posible que no fuera hija biológica de mis padres.

Mi primera duda fue pensar en que era hija de desaparecidos, y por allí empecé, viendo fotos de chicas desaparecidas, encontré una que se parecía mucho a mí. Una chica de una foto de Internet se parecía más a mí que mi madre… No lo podía creer, busqué más fotos, no encontré. Ella era Tucumana, joven, con el pelo corto. Tuve un momento de desesperación súbita. Mis sospechas se confirmaban. ¿O no?

Completar el formulario de Abuelas fue algo surreal, lo hice en medio de un ataque, estaba muy nerviosa, no entendiendo nada de lo que sucedía, pero haciendo lo necesario para poder seguir este camino que se abría ante mis ojos. Conocer por internet a Marcos, el representante de Abuelas de Plaza de Mayo que se contactó conmigo, fue reparador a mi ataque de histeria que persistió por varios días. Marcos me tranquilizó, me instruyó, me escuchó, y me guió. Su compañía durante esos momentos fue una gran muleta.

Durante todo este período, que recuerdo como se recuerda una situación traumática, de a cachos y con intriga, mi ex esposo acompañó como pudo, mis hijos eran chiquitos y espero haberles transmitido algún tipo de estabilidad (la cual no tenía ni por asomo). Mi padre fue absolutamente comprensivo y compañero. Respondió todo lo que le pregunté, lloró, se disculpó, me envió documentos por correo, me entendió instantáneamente. Y si bien, tuve un periodo de enojo y puteada, aprendí a entenderlo. Más adelante entendí a mi madre. Verán, yo ya era madre y era inevitable reconocerme humana y reconocer mis propios errores.

Abuelas intentó hacerme el ADN vía correo diplomático, pero por temas legales y demás que no vienen al caso, no pude hacerlo. Y ahí es donde mi alma empezó a apuntar al sur. Hay pendientes que no esperan, este era un pendiente al que le debía mi atención, mi presencia, mi corazón. Y volví a Argentina. Y 10 días después, los primeros días de Abril del 2007, me hice el ADN. Y fue negativo, y eso abrió otras puertas y otros caminos, y otro universo.

Conocer a Marcos en persona fue genial, es un tipo simple, sabio a su manera, amoroso. Tuvo a cargo la noticia del negativo. Pero la supo llevar y yo también, se ocupó de dos cosas: La primera fue una bendición: me contactó con la que hoy es mi hermana del alma, la persona que sabe todo de mí, y la que me acompaña en mis sentires más profundos, Ceci. La segunda, fue darme información de cómo seguir. Y allí entendí que la tenía muy jodida. Verán la búsqueda de la identidad en Argentina se concentra en la búsqueda de hijos y nietos de desparecidos. No tanto en los niños apropiados, vendidos. No había base de datos más que asociaciones como Raíz Natal donde, en una página web, Madres e Hijos contaban su historia y esperaban que la misma fuera leída.  La difusión es poca y el tema un tabú social. Más que nada porque la venta de bebés es un tema vasto pero “de eso no se habla”, porque siempre hay jueces, médicos y gente que lucra y lucran lo suficientemente bien para mantener el silencio.

Hace mucho tiempo que peleo con mi YO interno, no quiero ir a ver a la partera que me vendió. Tengo miedo de mí, porque sé que trata muy mal a las chicas como yo y a las madres biológicas como la mía cuando le tocan la puerta. Y esa injusticia me rebela. No sé si sigue viva, no sé si alguien de su familia se sigue dedicando a lo mismo.

¿Saben qué me pasa? Más allá de haber tenido muchísimos privilegios y que me criaron bien, pienso en una chica de 17 años, asustada, queriendo abortar porque no sabe para dónde disparar, y me resulta muy injusto que lacras así, hagan negocio de esa desesperación.

Durante mi estadía en EEUU y mí vuelta a la Argentina, no solo tome contacto con Ceci. Sino también con personas que vivieron situaciones similares a la mía. Y así conocí a Mauricio, a María Fernanda, a Miguel, y a Verónica. Con quien tengo una relación de hermana mayor. La siento una versión mía con 10 años de adelanto. Ambas madres solteras, de Leo, frontales, con huevos como melones. Si, coraje y decisión. Verónica durante unos cuantos años luchó por una ley de identidad. Y el año pasado, nació la Secretaria por la identidad.  Y se abren otras puertas, las de ayudar al prójimo y la de dejar mi rastro en un lugar, quizás para ser buscada y encontrada, quizás para no serlo nunca. ¿Quién sabe? Aunque déjenme decirles, que tener la posibilidad, ya es una forma de trascender.

El banco de datos genéticos nos da la oportunidad de buscarnos y encontrarnos. Necesitamos de madres que se acerquen a dejar una muestra y de hijos, como yo, que dejen la suya. Sabemos que en estas cuestiones, animarse a abrir estos temas en la familia es parte de un proceso. Pero si te encontrás en el momento indicado para abrir esta puerta y transitar el camino a tu identidad, solo debés enviar un email a: IDENTIDADBIOLOGICA@JUS.GOV.AR 

Sea como sea, te vas a encontrar con mujeres y hombres como vos, con este mundo a flor de piel, con gente que sabe de lo que vas a hablar y con qué carga emocional lo vas a hacer.

Información Adicional:

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22 de Octubre: Día Nacional de la Identidad

Identidad Biológica

Gran Logro

 

Luciana Palmisciano – 27 de Octubre de 2017.

 

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